9/05/2018

Cartas

He escrito varias cartas pero casi ninguna he enviado y las que si muchas han sido ignoradas.



El Cometa. Parte V.

En una noche despejada la luna brilla sobre alguien mientras mentalmente redacta una carta que probablemente nunca enviaría y ni siquiera escribiría.

Hola.
Te escribo esto sin saber muy bien como empezar ni mucho menos como va a terminar. Nunca he sido bueno expresando lo que siento y me incomoda mucho decirle a alguien lo que pienso pero aquí estoy. Si no puedo ver tus ojos me será más fácil decirte esto.
¿Alguna vez te preguntaste como fue que nos encontramos? ¿Qué camino tomamos aquel día que nos llevo a conocernos? Si hubiera tomado otro camión aquella tarde, si hubiese tomado la izquierda en lugar de la derecha ¿Estaría escribiendo esto? Yo me lo pregunto diario. No debería hacerlo ahora pero quizá lo debí hacer la ultima vez que te vi. Esa noche debí hacer muchas cosas y tal vez lo hubiese echado a perder pero así no estaría ahora con esta sensación de vacío. Hay un espacio entre mis brazos que tiene tu figura y ya no lo podre llenar jamás.
La primera vez que hablamos supe que había algo diferente en ti, como si te faltara algo, lo mismo que a mí. Como si nos estuviéramos buscando en la oscuridad. Con los ojos cerrados, estirando las manos para no chocar.
Recuerdo también aquella vez que salimos. Todo torpe e incomodo como lo soy cuando estoy nervioso. Quería tanto causar una impresión en ti. No tienes idea los nervios que tenía. Por eso no podía dejar de hablar. Hable y hable sin parar hasta el punto en que creí que te irías. Pero no lo hiciste. Durante este corto tiempo hable mucho. Te dije mis miedos, mis sueños y mis grandes penas. Cosas que jamás le había dicho a nadie, te las dije a ti. Y lo sigo haciendo. Abriéndome por completo a tu recuerdo. Jamás fui tan vulnerable como cuando estuve contigo. Tumbaste defensas enteras con una mirada. Años enteros de encerrarme en mí, vueltos nada con una sonrisa. Desde el primer hasta el ultimo día fui completamente tuyo después de ese “hola” en abril. Desde aquella caminata pausada donde me temblaban las manos por el deseo de tomar las tuyas. Me sentí tan cercano a ti. Tan íntimo. Como si fuéramos viejos amantes volviéndose a encontrar.
Pasamos poco tiempo juntos. Y se sintió como toda una vida. Ya llevamos más tiempo separados que unidos. Y aquí estoy. Extrañándote como si no hubiera mañana. Definiendo mi existencia y sobreviviendo solo por aquellos breves momentos en los que logro NO pensar en ti. Deseando que jamás te hubieras ido, haber hecho las cosas diferente y que hubieras peleado un poco más. Pero no lo hiciste.
Me gusta creer que cuando me dijiste “te amo” fue verdad. Pero no lo sé. Quizá ambos o uno de los dos lo imaginó. Imaginó sentirlo o imaginó escucharlo. Quizá no existes y eres mi soledad hablando. Pero tengo tus palabras quemadas en la piel y tus ojos fundidos a mi pupila. Eres real. Y ya no estas.
Y no se me hace justo que puedas correr, huir y volar cuando me has cortado las alas. Yo me quedo atorado en la red de lo que alguna vez fuimos nosotros. Y la cama que una noche nos unió se siente como una prisión.
Y aquí estoy. Diciéndote adiós de la única manera que se. Aferrándome a esta tristeza que se ha clavado en mí. Una espina mas en la vida. Una vida que se asemeja más a un rosal sin cuidar, que ha perdido todos sus pétalos. Y aquí estoy. Sobreviviré sin ti. Seguiré sin ti pero deseando que un día decidas volver. Seguiré llegando a mi casa anhelando encontrarte esperándome con la mirada agachada diciendo que me amas y que ya no te iras. Yo correré para acobijarte en mis brazos. Besándote a gritos de te amo.
Pero seguiré sin ti.
Y si es que jamás llegas a volver quiero que sepas que te amo. Que siempre te recordare. Que sí, me equivoque pero lo único que siempre quise fue estar contigo y hacerte feliz. Espero y lo seas. Espero y la vida te llene de todas esas cosas que no me permitiste darte. Que sigas adelante, que encuentres quien te ame y que te ames a ti. Que seas feliz. Que encuentres a alguien que no olvide tu mirada, que levante tu rostro cuando lo agachas, que de diga lo hermosa que te ves por las mañanas, que sepa apreciar el calor de tu cuerpo y que se sienta morir cuando estas lejos. Que quiera recorrer tu cuerpo a besos, que quiera volverte su mundo entero, en fin…espero y encuentres alguien que te ame tanto como yo a ti.
Adiós.


Una estela cruzo la cara de la luna y miró al cielo. Pensando que tal vez ella estaría viendo la misma luna, el mismo cometa y que quizá, tan solo quizá estaría pensando en él. Y empezó a escribir.

No hay comentarios:

Publicar un comentario